Un perfil: entrevista en SEBBM Agosto 2016
https://www.sebbm.es/web/es/divulgacion/acercate-nuestros-cientificos/1634-fernando-giraldez-agosto-2016-el-oido-de-las-celulas-ciliadas-al-extasis
P.- ¿Cuándo surgió su vocación científica? ¿Le influyó alguien de forma especial?
R.- Quién sabe cuando surgió esta inclinación…, yo diría que en los últimos años del instituto, en «el Ramiro» ya lo tenía bastante decidido, aún sin saberlo. Quería ser profe, o ser como alguno de mis profes. Sin ser un empollón, siempre me ha gustado estudiar. Y además del laboratorio, en donde aún hoy me gusta enredar, también me ha gustado enseñar. Tuve también la fortuna de conocer varias personas que me animaron y orientaron hacia el mundo académico.
Si tuviera que dar tres nombres, diría, cronológicamente: el Prof. Gómez Bosque, catedrático de Anatomía, un sabio a la antigua, un intelectual humanista y filosófico que hacía fácil todo lo que enseñaba. Carlos Belmonte, quien me descubrió qué era realmente la investigación y me introdujo en el mundo de la neurofisiología. Llegó a Valladolid a mediados de los 70 y representaba la modernidad. En esa época éramos cuatro gatos haciendo investigación en los diferentes campos de la ciencia y el mero hecho de hacerla y publicar en revistas internacionales era ya una conquista. Carlos fue muy generoso y depositó en mí su confianza. Y, finalmente, Rodolfo Llinás, un excelente neurocientífico de NYU, que en una mañana me enseñó en qué consiste la ambición científica.
P.- ¿Recibió de joven algún consejo al cual siga siendo fiel?
R.- Recibí muchos y buenos consejos a los que desafortunadamente no he sido fiel. Quizá el único que he seguido con lealtad haya sido que la investigación es sobre todo trabajo y constancia.
P.- ¿Podría resumirnos brevemente su trayectoria profesional? ¿La repetiría en su totalidad?
R.- Estudié Medicina e hice mi doctorado sobre los receptores sensoriales del dolor, con Carlos Belmonte. Ello me introdujo a la electrofisiología y en el interés por el estudio científico de los sentidos. Dediqué unos años al estudio biofísico del transporte iónico en las membranas celulares en un postdoc largo en Cambridge. Ahí también aprendí lo que quiere decir «sinkorswim», de manera que de vuelta a España, y ya fortalecido por lo anterior, tanteé varios proyectos y volví otra vez a los sistemas sensoriales con la idea de aplicar técnicas electrofisiológicas y biofísicas al desarrollo embrionario del oído, un sistema que los anatómicos que tenía cerca conocían muy bien. Con la explosión de las técnicas de recombinación molecular, ese proyecto me hizo olvidar la electrofisiología y me llevó a la biología molecular del desarrollo. Aquí encontré mi nicho y es lo que vengo haciendo desde hace más de treinta años, aunque aún hoy añoro la electrofisiología. En todo caso, la mentalidad más física que química de electrofisiólogo me ha ayudado mucho en mi trabajo.
¿Repetir?,¡ni hablar!, cambiaría muchas cosas.
P.- ¿Podría describirnos brevemente en qué consiste su línea de investigación actual y cuál es su trascendencia?
R.- Desde hace ya varios años vengo estudiando cómo se desarrollan en el embrión las células ciliadas y las neuronas del oído. Las células ciliadas constituyen el primer paso de la audición, convirtiendo las vibraciones sonoras en cambios eléctricos que se transmiten a las neuronas auditivas. La cuestión es comprender la red de instrucciones que hacen que estas células se formen en el embrión en el lugar y momento adecuados. Junto con otros laboratorios, estamos investigando la regulación de un conjunto de genes llamados proneurales, cuya expresión diferencial determina el desarrollo de las células ciliadas y las neuronas. Esto es importante no sólo para entender mejor el desarrollo embrionario, sino para el diseño de estrategias para regenerar estas células en caso de lesión. Esto último es un problema de salud muy serio porque es la primera causa de las pérdidas de audición y afecta a un número creciente de personas, más de cincuenta millones en Europa. Las células ciliadas son muy pocas, 15.000 en cada oído (tenemos varios millones de fotoreceptores en la retina, por ejemplo) y cuando se muere una de ellas ya no se reemplaza. No hay técnicas para prevenir el daño o repararlo y, aunque lejano aún, el objetivo es poder regenerar las células ciliadas. La idea es que si comprendemos cómo se forman estas células en el embrión podremos quizá conocer las claves para poder recuperarlas de nuevo en el oído dañado.
P.- ¿Cómo ve el futuro de este área científica?
R.- Como todas las ciencias biomédicas, la biología del desarrollo esta viviendo un momento dorado, una auténtica revolución en el conocimiento. La profusión de herramientas e información genómica y proteómica a la que tenemos acceso permite no sólo abarcar más, sino profundizar en los mecanismos biológicos y por extensión aquellos que regulan el desarrollo embrionario. Aún no somos capaces de ver lo que realmente puede dar de sí todo esto, ni la profundidad de la mirada que nos darán estas herramientas. Harán falta ideas y modelos que aún no tenemos. Será todo mucho más cuantitativo, habrá que aprender de la física.
P.- ¿Cuál es su opinión sobre cómo está articulada la carrera científica en España?
R.- Yo creo que, en general, desde la promulgación de la primera Ley de la Ciencia, la estructura de la investigación científica en España es bastante robusta y homologable a la de los países con más tradición científica. Con ello, la carrera científica se parece también cada vez más a la de los países europeos más prósperos. Dicho esto, el sistema arrastra problemas graves y ello se ha notado mucho en la capacidad de reacción durante estos años de crisis económica y recortes presupuestarios. La carrera investigadora está ligada al desarrollo científico y tecnológico del país y aquí hay mucho que hacer. Es un problema de inversión, pero no es sólo un problema económico.
Para mí, una enfermedad grave de la carrera científica en nuestro país es el estar basada en un sistema funcionarial que carece de un sistema eficaz de rendición de cuentas. La asociación de ambas cosas es letal para instituciones de investigación como las universidades o el CSIC, y distorsiona completamente la carrera investigadora. Esta situación facilita la formación de castas y pequeños imperios, dificulta la organización y la creación de grupos y programas funcionales, atomiza y anquilosa el sistema, y desconcierta completamente a los jóvenes investigadores con directrices contradictorias en las que entran en conflicto excelencia y estabilidad.
Hay iniciativas políticas como los programas de investigadores Ramón Cajal (con todos sus «peros») o los más atrevidos ICREA e Ikerbasque, que han permitido abrir terreno para una carrera investigadora moderna. Y con ello hay universidades y centros de investigación que están utilizando esos programas para reclutar buenos investigadores, lo que muestra que es posible mejorar con reformas específicas y bien diseñadas (la mejor manera de no cambiar nada es querer cambiarlo todo). Estos programas han logrado ofrecer un futuro a un buen número de jóvenes investigadores por medio de un sistema de selección exigente sabiendo que su carrera va a ser seguida y evaluada con criterios fiables. Pero estas iniciativas no pueden ser mecanismos correctores, paralelos a la vía de reclutamiento «normal», sino el eje central de un tenure track, de una carrera investigadora basada en la excelencia y la rendición de cuentas. No nos engañemos, no es sólo un asunto de dinero, no es sólo un problema de plazas. Necesitaremos mucho trabajo en las universidades y centros del CSIC para aceptar reformas de enjundia. La gente joven sabe que las reglas han cambiado y está dispuesta a jugar con ellas. Lamentablemente, muchos de nuestros colegas ya establecidos parecen no haberse enterado y piensan que las cosas deben seguir como siempre, pero con más dinero y eso es, simplemente, inviable.
La Marató: Regeneración de células auditivas
http://www.ccma.cat/tv3/alacarta/programa/recerca-de-la-marato-2011-generacio-de-cellules-auditives/video/5675007/ Una manera de contar nuestro trabajo para conseguir la regeneración de las células ciliadas del oído,